EDITORIAL: Realidad de los migrantes

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EDITORIAL

Durante estas últimas semanas han sonado fuertemente dos situaciones que al escucharlas nos hacen ver qué poco hemos crecido como humanidad. La primera proviene de los Estados Unidos donde el candidato americano del Partido Republicano, Donald Trump, ha vuelto a poner sobre el escenario, de manera muy explícita, su repugnancia por lo no americano es decir, todos los migrantes.

Propone sacar del país a todas las personas que fueron a los Estados Unidos buscando mejores oportunidades de vida. El candidato republicano se olvida que sus orígenes también provienen de personas migrantes. Fueron migrantes europeos principalmente colonias inglesas quienes poblaron las tierras del indio americano. Y Estados Unidos, es por hoy, “tierra de todas las sangres” como diría José María Arguedas.

El segundo caso doloroso proviene lamentablemente de esa parte sur del continente americano. La escandalosa y vergonzante expulsión de familias colombianas de tierras venezolanas, por la frontera de ambos países. Estas personas quedaron a la intemperie, son familias de escasos recursos económicos cargando sobre si lo poco que tenían.

Se argumenta que los colombianos han traído delincuencia el país, pero ante la mala fama de algunos se ha hecho injusticia con muchos.

No se entiende, o no se quiere ver que si uno emigra de su país, en la mayoría de los casos, es justamente por buscar mejores condiciones de vida. Y más allá de las rivalidades políticas -que tienen que ser superadas- se debe considerar que se está tratando con personas no con mercancías, ni mucho menos contrabando que se pueda retener o devolver.

La Conferencia de Religiosos y Religiosas de Venezuela ha lanzado su voz de protesta contra el Gobierno y ha enviado una comisión para poder socorrer a las familias colombianas que han quedado en la frontera.

Situaciones como la de los Estados Unidos y de lo sucedido con las familias colombianas, nos hacen ver que la xenofobia sigue siendo un tema importante a considerar para que pueda ser superada. De manera encubierta o explícita está desvalorización del humano nos tiene que poner en actitud de alerta de cuál es el verdadero progreso que debemos procurar como humanidad. De hacia dónde debemos apuntar como seres racionales y relacionales.

Se habla mucho de lo cercano que estamos unos con otros debido al desarrollo tecnológico, pero qué poco hemos aprendido y cuán lejos estamos del verdadero desarrollo humano que no se mide por los medios sino por el fin que es amar lo humano como lo ama Dios.

El ser humano “no es un producto desechable”, como ha venido denunciando el Papa Francisco. Recordemos que todos somos migrantes. La humanidad siempre ha migrado a través de los continentes, países o al interior de una Nación. No podemos permitir postular algunas obtusas ideas de ‘pureza racial’ o de cualquier índole, porque como decimos en el Perú “el que no tiene de inga tiene de mandinga”.

P. Manuel Gonzalez Gonzales, O.P.

Lima, 14 de setiembre de 2015.