“… aquella comunidad pequeña fundada por Jesús tuvo como signo el pez y los panes. No fue el signo de la cruz el primer signo de los cristi...

Homilía de la Solemnidad de la Virgen del Rosario (P. Juan José Salaverry)

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“… aquella comunidad pequeña fundada por Jesús tuvo como signo el pez y los panes. No fue el signo de la cruz el primer signo de los cristianos. Las inscripciones del pez, de los panes eran emblemas de fe que se inscribían en el pueblo primitivo.

El signo de la cruz que otra hora era signo de vergüenza para los cristianos, de dolor, de suplicio fue desplazando al pez y a los panes para dar así el emblema del mundo cristiano en este signo de salvación que es la cruz. Ya en los templos del románico más antiguos se puede observar frente a una construcción sobria, petria, el signo de la cruz romana que adornaba los templos como único signo que mostraba la fe del pueblo.



Posteriores siglos fue reemplazada por la majestuosa figura del Pantocrátor, del señor que estaba sentado como Rey, la figura emblema que congregaba a la cristiandad y que señalaba el signo de aquel Rey que nos salvó en la cruz.

Otras tradiciones, validas, del barroco, del neoclásico,… han ubicado en el ápside de los templos la figura de María, portadora de la salvación. Es ubicada en la parte central de los templos para que la comunidad cristiana, nosotros, observemos la gloria dela primera discípula del señor y así imitarla. María, entonces, en los templos de una cultura artística posterior se ubica en el centro del templo para que la iglesia vea su modelo. Como decían los Padres de la iglesia “lo que se predica de María se puede predicar de la iglesia”.

Hoy día nuestra basílica está de fiesta porque celebra la fiesta de la titular de esta basílica. Hoy día la imagen de Nuestra Señora del Rosario está en el centro del templo, está rodeada de sus hijos que han triunfado cobijándose bajo su manto (San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, San Juan Macías)  de sus hijos que han caminado los caminos que ella ha trazado, no como la redentora pero sí como la que recorre el camino y nos acompaña.

Esta basílica es de por sí sola una predicación elocuente de lo que Dios puede hacer con el género humano, una predicación elocuente de lo que Dios quiere hacer con nosotros, hombres y mujeres que queremos seguir a Jesús, imitar a Jesús como lo hizo María. María se nos muestra como predicadora en esta fiesta del Rosario. Hay muchas devociones queridas por nuestro pueblo; La fe se ha grabado en el corazón de los hombres con el nombre de María, María del Carmen, María de las mercedes, Nuestra Señora de Cocharcas,… y otras advocaciones que veneramos.

El verdadero sentido de esta mujer escogida por Dios la encontramos de manera completa, como si fuera una síntesis en esta advocación del Rosario. Donde María quiere entregar el evangelio a sus hijos, predica el evangelio con la meditación de estos misterios que no son de su vida, sino de la vida de Jesús. La vida de Jesús marcada por signos de gozo, de dolor, por la luz que irradiaba, por la gloria. En nuestra tradición teológica, desde Santo Tomas, la Orden ha remarcado el sentido de la encarnación del Hijo del Hombre, donde Dios se hace solidario con la comunidad. Y al descubrir esta meditación de los misterios del Rosario podemos recrearnos porque al compás de la meditación podemos sentir la solidaridad de Dios que también marca nuestras vidas de gozo, de luz, de dolor, de gloria.

Gozo, quien no ha sentido alegría en la vida; Luz, quien no ha sentido la iluminación de Dios, dolor, quien no ha sentido el sufrimiento; gloria, quien no se ha sentido confortado por el reconocimiento de los demás y de Dios por alguna cosa buena que hemos hecho. Y esto que sentimos en nuestra vida la contemplamos de manera solidaria cuando nos adentramos en la experiencia de la vida de Jesucristo en el evangelio. Agradecemos la solidaridad de Dios en la vida de los hombres. Por eso esta oración del Rosario ha calado tanto en la fe de nosotros porque hemos podido experimentar un Dios que es un dios que siente, que está con nosotros. Esta es la acción predicadora de María que no es el culto simplemente de a la virgen sino que nos lleva al evangelio por ello es una síntesis de las advocaciones.

Queridos hermanos y hermanas en esta noche a los pies de la Virgen del Rosario, es modelo de discípula, es la primera redimida que se muestra colaboradora de la redención. Que nosotros al celebrar esta fiesta hagamos vida el evangelio que meditamos en el Rosario. No solo nos convirtamos en hombres y mujeres que recitamos el rosario, que tratemos de hacer lo que hizo María, porque antes de entregarnos el evangelio vivió en comunión intensa, en fidelidad a este Dios en quien creemos si no vivimos antes en comunión con Dios para poder predicar el evangelio, no podemos ser predicadores si el evangelio no quema en nosotros porque ese evangelio que quema sale por la boca del predicador, ese evangelio de los dieces del rosario. Alabemos a María que nos acerca a los misterios de nuestra salvación confortándonos. Tiene por finalidad de que nosotros vivamos de manera evangélica también.

P. Juan José Salaverry, O.P.
Prior provincial de la Provincia Dominicana de San Juan Bautista del Perú


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